Me gustaría contaros mis experiencias de mi último viaje por Italia, más concretamente en Milán, Bérgamo y el lago di Como.
Italia es un país precioso, lleno de arte y cultura, todo ello mezclado con bellos entornos naturales. Entre la belleza natural y el arte creado por el hombre, algo especial se despierta, algo que hace única la sensibilidad que los italianos han volcado siempre en configurar una cultura que ha sido faro de otros muchos países durante muchas épocas, especialmente durante el renacimiento.
Nuestro viaje comenzó en Milán, una ciudad grande pero que guarda sus particulares tesoros artísticos, como otras muchas ciudades italianas. Aunque pueda parecer que la atracción estrella es su catedral (duomo di Milán), visitamos primero el castillo Sforza, donde otrora trabajara Leonardo da Vinci, que nos sorprendió y gustó más de lo que esperábamos.
Suele pasar, cuando se viaja, que se tienden a recordar cosas vividas, ¿tal vez en vidas anteriores?, ¿recurrencias pasadas? ¿conexión con almas afines?... bueno, cada cual puede creer lo que considere, pero realmente vivimos una experiencia y sorpresa musical de lo más agradable que, pese a haber preparado con detalle nuestro viaje, no habíamos contado con ella. Realmente no fue la única sorpresa musical de este viaje. Tuvimos unas cuantas más, ninguna preparada previamente.
El castillo Sforza es grande, tiene amplios y hermosos patios, y muchos pabellones, zonas... también es muy bello por dentro, con frescos en las paredes y techos decorados. Todo él es un museo que alberga piezas de lo más variadas. Entre estas piezas se encuentra una colección de instrumentos antiguos, algunos de ellos extraños y curiosos, que se fabricaron tal vez como experimentos organológicos y que no llegaron a terminar de cuajar. Coincidimos en esta sección con una pareja de músicos profesionales especializados en interpretar música antigua y que tenían las mismas ganas e interés por visitar aquella sección del museo como nosotros. Y, como si pareciera que nos conociéramos de toda la vida, entre su español vaya y mi italiano vaya vaya, mezclado con el inglés y el portugués, nos contamos todos nuestros gustos, experiencias y conocimientos musicales que iban surgiendo de la visita a la exposición. Fueron unos amigos, tal solo por unos momentos, pero de lo más intensos. Pese a estar en lugares alejados de tu tierra habitual, el don de la amistad y el vínculo de las almas te acompaña allí donde vayas y uno nunca se siente solo, los amigos están por doquier. Es precisamente esta una de las cosas que más me gusta cuando viajo. La oportunidad de conocer otras personas, aproximarme a su personalidad y cultura, diferentes a las mías, pero al mismo tiempo sintiendo que compartimos intereses y experiencias comunes. Estos son encuentros, siempre buenos, donde solo se juntan las ganas de intercambiar aquello que nos gusta y, debido a su brevedad, las asperezas de la convivencia y el intercambio diario no le hacen mella.
Por supuesto que también visitamos el duomo di Milano, impresionante y muy grande. Paseamos por su terrazas. También estuvimos en el teatro de la Scala y vimos una exposición sobre Leonardo Da Vinci. Nos hubiera gustado visitar el cementerio monumental pero era agosto, primeros, y hacía mucho calor en las horas centrales del día, periodo que aprovechábamos para descansar y dormir la siesta. Cuando quisimos llegar, ya había cerrado. Muchos sitios cierran a partir de las seis así que la única manera de poderlos ver tranquilamente y sin pasar mucho calor en esa época del año es visitarlos en las primeras horas de la mañana. Bueno, siempre que viajamos se nos queda algo por ver. "Para la próxima", pensamos muchas veces. Pero lo cierto es que hay tanto por conocer alrededor de todo el globo, que por lo general no repetimos de escenarios.
Después de tres días en Milán, tomamos un tren que nos llevó hasta Bérgamo. Esta es una ciudad, con un muy interesante casco antiguo medieval, que en su día dependía de la república de Venecia. En el 2020 llamo la atención de los noticieros porque fue uno de los primeros puntos por donde se empezó a extender la pandemia del covid en Italia. Se encuentra realmente cerca y muy bien comunicada con Milán, de modo que es casi de obligada visita aunque sea solo para una escapada de una mañana, ni siquiera con intención de quedarse a dormir allí. Lo más importante puede verse en un intervalo de unas tres, cuatro horas. Pero nosotros quisimos disfrutar un poco más de la ciudad y reservamos allí dos noches de hotel. Disfrutamos a tope de una ciudad que nos encantó. Estábamos alojados muy cerca de la estación de tren. Para subir al centro histórico podíamos ir andando y tomar después un funicular, aunque también teníamos una buena combinación de autobuses. La parte antigua está en una zona elevada. De ahí la importancia de tomar el funicular, aunque si te gusta andar, tienes una subida con buenas vistas y que no es demasiado agotadora. Del centro antiguo lo más interesante es su plaza, con unas iglesias medievales y la catedral, de lo más bonitas y originales.
Fue en una de estas iglesias donde nos llevamos la segunda sorpresa musical: un concierto de órgano recientemente restaurado.
El hecho de quedarnos un par de días en Bérgamo, nos permitió visitar sitios no tan visitados como el convento de San Francisco. También pudimos subir hasta la fortaleza, desde la cual había unas vistas preciosas y tomar un segundo funicular que nos llevaba hasta otra parte elevada en la que en el pasado se había levantado otro castillo. De este último ya no quedaba nada, pero el paseo en el funicular y las vistas merecían la pena.
También visitamos un museo dedicado a Gaetano Donizetti que era natural de esta ciudad.
Después de dos noches en esta bella ciudad, tomamos otro tren y fuimos hasta la localidad de Como, situada en una de las orillas del lago di Como, en el norte de Italia y muy cerca de la frontera con Suiza.
Como, otra bellísima ciudad, también con arte, y rodeada de un entorno natural privilegiado. No solo tuvimos la oportunidad de disfrutar de sus calles y monumentos, especialmente destacar su catedral. También pudimos hacer senderismo y perdernos por montes y bosques a los pies del lago.
Una de las atracciones obligadas en Como era tomar un barco que te lleva por todo el lago y va parando en las diferentes localidades del mismo. Dedicamos un día a esta actividad y bueno, desde luego que merece la pena, pero fue realmente muy cansado: hacía calor y los motores del barco sonaban ensordecedores (recomiendo llevarse tapones). Además, tarda realmente mucho tiempo en ir de una localidad a otra. Visitamos Menaggio, un pueblo pintoresco con estrechas callejuelas empedradas, en cuesta y con escaleras, por cierto, lleno de turistas por todos los lados. Paramos en otro, no recuerdo ahora su nombre, pero en él está situada una villa famosa por salir en varias películas, entre ellas las de la primera trilogía de Star Wars, donde Anakin Skywalker y Padme se enamoran y se acaban casando. Desde donde nos dejó el barco hasta la villa tuvimos que andar un rato. El paseo es hermoso entre árboles, pero dado el calor que hacía y que no encontrábamos un sitio donde comer, reconozco que, pese a estar en forma, se nos hizo agotador llegar. Solo pudimos ese día almorzar fruta que pudimos comprar en un puesto. Eso sí, vino bien para conservar la línea... Pero el esfuerzo mereció la pena. El lugar es realmente bonito, muy romántico, y cuando llegamos se estaba celebrando una boda.
Regresamos a nuestro hotel en Como después de volver a tomar el barco, muy cansados, muertos de calor pero contentos. Después de ducharnos y cenar, nos recuperamos en un otro concierto de órgano sorpresa que pudimos escuchar en la catedral.
El resto de días lo pasamos más relajados, haciendo senderismo y tomando algunos baños en las zonas del lago donde está permitido bañarse y en piscinas situadas al lado del lago que tienen unas vistas preciosas hacia las montañas que le rodean. El baño un poco caro, 10 euros por barba por bañarte en una piscina al lado del lago y con unas vistas de la montaña impresionantes... pero sin duda mereció la pena.
Os comento un poco sobre los hoteles en los que estuvimos por si a algún viajero le sirven de orientación.
El mejor de todos en relación calidad precio fue el de Milán. Se llamaba Unahotels Century Milano. No estaba céntrico pero al lado de la estación central, algo que preferimos para luego poder tomar el tren para nuestros desplazamientos. Sin embargo está bien comunicado con el centro por metro, tranvía y autobús. Y si te gusta andar, en media hora puedes alcanzar la plaza del duomo y durante el recorrido ver algunas de las zonas de Milán más modernas y vanguardistas. La habitación moderna, minimalista y sobre todo, muy amplia. Cerca hay muchos sitios para comer.
En Bérgamo nos alojamos en Mercure Bergamo Centro Palazzo Dolci. También muy cerca de la estación. Y no mal comunicado con el centro. Andando en unos veinte minutos subías a la parte alta y vieja de la ciudad. Y si no, tenías autobuses al lado del hotel. Tuvimos un percance con la primera habitación que nos dieron y es que el aire acondicionado no funcionaba. Ese incidente, en pleno agosto y con el calor que hacía era para tener muy en consideración. Tras avisar al personal del hotel y ver que no podían hacer nada, nos cambiaron de habitación a una de gama superior sin incrementar el coste. Muy amables y atentos en su trato.
En la zona de los lagos el precio de los alojamientos se incrementa considerablemente y nos costó encontrar hoteles de calidad similar a los anteriores por un recio similar. Así que tuvimos que conformarnos con algo más modesto. Un hotelito más chiquitito de espacios y un poco más antiguo. Pero que tenía la ventaja de estar justo en el centro de Como y estaba muy bien comunicado. Se llamaba Albergo Firenze.
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