Cada vez vamos teniendo más pruebas y testimonios sobre la importancia de la judería existente en la cuidad de Ávila durante la edad media y que vivió su momento dorado durante los siglos XII, XIII y comienzos del XIV. Algunos de estos testimonios también ponen de relieve la tradición mística que ha existido en nuestra ciudad, ya no solo vinculada al cristianismo como todos conocemos en la exaltada figura de Santa Teresa de Jesús, si no proveniente de otras tradiciones y que nos hacen comprender el sentido profundo de unas raíces históricas y místicas en las que podemos encontrar importantes vínculos y conexiones entre las grandes religiones... Es sabido por todos de los orígenes judeoconversos de la mística abulense y podría extenderme ampliamente en analizar muchos puntos de conexión entre su doctrina mística y la tradición mística del judaísmo, la cábala... Pero no es la intención de este escrito aunque lo diga de pasada. Solo quiero poner de relieve que, gracias a la importancia que para la mística llegó a tener la ciudad de Ávila para los judíos medievales, el nombre de nuestra ciudad y uno de los pueblos de su provincia, Arévalo, aparecen citados en los escritos de un antiguo rabí de Palestina, rabbí Isaac de Acco (1250-1340). Dicho rabí, emprendió un largo viaje desde su tierra natal hasta nuestras tierras castellanas solo con la intención de comprobar que un mítico libro sobre mística hebrea, el Zóhar, había aparecido en la península Ibérica, tal y como se estaba empezando a correr la voz entre todos los círculos de estudiosos del judaísmo a lo largo del oriente y del occidente del Mediterráneo. Tal fue el impacto de dicho descubrimiento en esta época.
El origen del Zóhar o libro del Esplendor, principal libro de la cábala y del misticismo hebreo para los judíos, está envuelto en el misterio. Hasta ahora, los principales eruditos de la historia de la cábala judía, como por ejemplo Gershom Scholem, no han podido sacar una conclusión clara. Según la tradición antigua de la cábala y según sostienen hoy en día muchos grupos judíos, su verdadero autor fue un sabio judío que vivió entre los siglos I y II después de Cristo en Palestina, poco después de la destrucción del segundo templo en Jerusalén. Este rabí es conocido como Simeón ben Yojai, y ciertamente se sabe bastante poco de él. Parece ser que, debido a las revueltas surgidas entre judíos y romanos tras las agitaciones del líder judío Bar Kojba, Simeón Ben Yojai se vio obligado a vivir oculto en una cueva para protegerse de las persecuciones romanas... Durante ese periodo de “ocultamiento”, viviendo como un eremita y rodeado de unas pocas personas de confianza, cuenta la tradición que escribió el Zóhar. Sin embargo, este supuesto manuscrito original nunca ha sido hallado. Lo cual no ha evitado que, muchas de sus ideas, ya sea asociadas a una tradición ancestral de estudiosos del judaísmo, y la leyenda de su autoría, hayan pasado de generación en generación entre los conocimientos del pueblo hebreo transmitidos de labio a oídos.
Así nos ponemos en la península Ibérica, siglo XIII, en el reino de Castilla, donde uno de los muchos estudiosos de la tradición y la cábala hebrea que tiene la fortuna de vivir en ese momento en Ávila, Moshé de León (1238-1305) dice que ha encontrado el antiguo manuscrito del Zóhar, escrito por Simeón Ben Yojai y se está disponiendo a hacer copias del mismo para distribuirlo entre los interesados.
La trascendencia de la noticia fue tal que llegó a oídos de nuestro ya citado rabbí Isaac de Acco, que por aquel entonces vivía en el otro extremo del mar Mediterráneo y no dudó en emprender un largo viaje para comprobar si todo lo que Moshé de León decía era verdad... De su viaje a Sefarad (las tierras occidentales de la península Ibérica para los judíos) dio testimonio en su obra “Divrey HaYamim” y nos cuenta lo siguiente, citando en él los lugares de Valladolid, Ávila y Arévalo...
“(...) Cuando llegué a España fui a la ciudad de Valladolid, donde el rey tenía su capital. Fue allí donde conocí a Rabbí Mosé de León, nos hicimos amigos y discutimos sobre el Zóhar. Pronunció un solemne juramento y me dijo: “que Dios me derribe y que siga haciéndolo siempre si el Zóhar no es un libro antiguo escrito por Rabbí Simeón bar Yojai. En este mismo instante el manuscrito se halla en mi casa, en Ávila, en donde vivo. Venga a visitarme y se lo mostraré.”
Al poco tiempo nos separamos y rabbí Moshé partió para Arévalo, en el camino de Ávila. Allí enfermó y murió.
Al enterarme de la noticia me sentí mortalmente trastornado, pero decidí visitar Ávila. Al llegar allí conocí a un sabio anciano cuyo nombre es Rabbí David de Pancorbo. Hallé gracia en sus ojos y le até con un juramento, diciendo: “resuélvame el misterio del Zóhar. Algunos dicen una cosa y otros lo opuesto. El mismo Rabbí Moshé juró que el Zóhar era auténtico, pero murió antes de poder verificármelo. No sé quien es de confianza y quien es de creer.(...)”
El texto continúa describiendo las investigaciones y viajes por el reino de Castilla que hace rabbí Isaac de Acco para descubrir al verdadero autor del Zóhar, recibiendo testimonios e informaciones contradictorias de unos y otros... Al final, el mismo Isaac de Acco no consigue resolver el misterio y nos quedamos sin saber si halla el manuscrito original supuestamente escrito por Simeón Ben Yojai... Tampoco en la actualidad se ha encontrado. Lo único que poseen los eruditos actuales sobre el tema, son los textos medievales y copias del mismo, todas ellas datadas en la época dorada de la cábala medieval de Sefarad, la época de Moshé de León. Y algunos de ellos ni siquiera están firmados, por lo que algunos eruditos como Gershom Scholem llegan incluso a sostener que el Zóhar fue una obra colectiva, escrita por varios autores entre los que estaba Moshé de León y que formaban parte de un importante círculo de cabalistas que floreció por aquella época en diferentes lugares del reino de Castilla. Entre ellos había intercambio de conocimientos e ideas y a parte de Moshé de León podemos citar a otros como Yosef de Gikatilla que estuvo un tiempo en la ciudad de Segovia o Shem Tov de Carrión de los Condes.
Sea como fuera, si Moshé de León fue el verdadero artífice del Zóhar, si se dedicó a transcribir ideas de una tradición más antigua transmitida de forma oral desde los tiempos de Simeón Ben Yojai, si fue un compendio de las ideas compartidas entre un círculo de cabalistas de la Castilla medieval, si poseía lo que los hebreos llaman “La Bendición del Nombre” que permite a un autor conectar con las ideas místicas de otro sabio de generaciones anteriores y transcribirlas, o si fue una mezcla de todo lo anterior; lo cierto es que en torno a la figura de Moshé de León floreció una interesante escuela de cábala que situó a nuestra humilde ciudad de Ávila entre los centros más importantes de la mística medieval para la tradición judía. Legado que ha quedado un tanto olvidado y eclipsado por la gran obra de la mística cristiana dejada por nuestra Santa Teresa de Jesús, pero no olvidemos que, si investigamos en profundidad, es muy probable que encontremos muchas raíces comunes entre ambos legados y que en nuestra vieja ciudad medieval, ya se estaba preparando un terreno muy fértil para la mística en general que parece ser el preámbulo la para la entrada y actuación triunfal de nuestra santa cristiana abulense...
Actualmente, tras el arco de la muralla conocido como la “puerta de la malaventura”, de “los gitanos” o del “rey niño” se encuentra un bello e íntimo rincón con un pequeño jardín dedicado a Moshé de León, en uno de los emplazamientos que ocupaba la antigua judería de Ávila.
Cristina Sánchez Rodríguez.
Fuentes:
- Cristina Sánchez Rodríguez. “Los engarces de las sabidurías a través de la obra de Teresa de Jesús”, ensayo publicado en la obra “Teresa de Jesús en el diálogo interreligioso”, coordinado por Javier Sancho Fermín y publicado por CITeS, universidad de la mística y la editorial Monte Carmelo (2016)
- Ariéh Kaplán. “Meditación y cábala.” Equipo difusor del libro (1982)
- Gershom Scholem. “Las grandes tendencias de la mística judía”. Editorial Siruela. (2012)
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