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  • csanchez9292

LA HISTORIA DE LOS REYES MAGOS: EL SENDERO INICIÁTICO POR EL DESIERTO



Víspera de la festividad de Reyes Magos, con los recuerdos todavía frescos de un viaje por el desierto de Marruecos y con tantas experiencias relacionadas con el desierto y las caravanas, me veo más que inspirada para escribir este pequeño artículo.


Todas las historias que nos aparecen en la Biblia pueden ser leídas, entendidas e interpretadas en muchos niveles, desde el nivel más superficial y literal, al más profundo, simbólico y esotérico, denominado el nivel de "Sod" (misterio) por los cabalistas, los estudiosos de la mística judía viva desde la antigüedad por varias generaciones. Este nivel es el de más difícil acceso y comprensión, solo al alcance de unos pocos versados en los secretos más profundos de la sabiduría espiritual...


La trascendencia y profundidad de los símbolos, no solo espiritualmente, también a un nivel psicológico, (pensemos en la importancia de los mismos para entender ciertos mensajes de los sueños...) es un fenómeno universal, presente en los contenidos culturales de todos los pueblos del planeta. Y es también común a todos ellos construir dichos símbolos a partir de los objetos más cotidianos, sencillos y habituales con los que se rodean en las acciones de la vida diaria...


Pensemos por ejemplo en la antigua cultura egipcia. Algo ligado a la cotidianidad y la supervivencia como el Sol, el río Nilo, las cosechas de cereales, o de convivencia habitual como los gatos, las aves Ibis, las serpientes, los bueyes, los cocodrilos... pasaron de ser simples elementos familiares a contener una gran profundidad de significados religiosos hasta que algunos de ellos llegaron a ser elevados a la categoría de deidades... Pero los antiguos egipcios, como unos buenos artistas inspirados, partían de la simplicidad y cotidianidad que les ofrecía la Madre Natura para construir su complejo sistema cultural... Todos los artistas, por muy complejo que sea su arte, parten de elementos muy simples, ingredientes básicos que nos ofrece la Naturaleza al desnudo y es, como por obra y gracia de la inspiración ( divina según mi entendimiento) como el ser humano se vuelve otro "artista-arquitecto" que con dichos ladrillos, a imagen y semejanza del Dios Sobre Todas las Cosas, construye, como si pretendiera emularle en su intento humilde y reverenciado de acercarse a Él, otra pequeña Obra y Creación que funciona integrando todos sus elementos y que no pretende ni más ni menos, no superar las Fuerzas Superiores que sobre todos dominan, si no convertirse en un puente o escalera para acercarse a ellas y armonizar con sus intenciones.


Así podemos entender todos los sistemas culturales de todos los pueblos de la tierra; cada cultura, en su intento de realización colectiva, ha buscado la manera de construir un sistema de vida que le permitiera optimizar al máximo sus recursos y dotar a la vida del mayor sentido posible para la realización de las aspiraciones humanas, tanto materiales como espirituales. Dichas construcciones culturales tampoco son ajenas al error humano y esto explica como en las características culturales de algunos pueblos encontramos la semilla del error y la causa de disarmonías, fracasos y sufrimientos. Obviamente, el ser humano como "arquitecto-artista", individual y colectivamente, debe de revisar continuamente su obra para evitar que esta se resquebraje... o le acabe sucediendo como a la Torre de Babel...


Por ello, ahondar en los elementos culturales de los diferentes pueblos no solo nos ayuda a conocer mejor a nuestra humanidad, las raíces de sus errores, fracasos y también éxitos... conocer estos símbolos con sus diferentes niveles de trascendencia, tanto interna como externa, son un buen medio para aplicar a nuestro autoconocimiento personal en aras a mejorar nuestra psiquis y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos...


Partamos pues por algo externo, ligado a la cotidianeidad, la supervivencia y el ciclo de vida de antiguos pueblos nómadas: la capacidad de poder atravesar el desierto para establecer lazos comerciales con otros lugareños. En toda la franja del norte de África ocupada por el gran desierto y también extensas zonas de Oriente Medio han habitado desde tiempos muy antiguos, pueblos de tradición nómada conocidos como bereberes o amaziges (más en la zona africana) o beduinos ( más en Oriente próximo y Medio) que se volvieron especialistas en recorrer las más difíciles zonas de supervivencia. Algunos de ellos, como los tuareg ( una de las muchas etnias que incluyen este tipo de pueblos) llegaron a ser capaces de una proeza que a muy pocos mortales en su sano juicio se les ocurriría hacer por su cuenta y sin un mínimo de preparación: atravesar el desierto del Sáhara de norte a sur para comerciar.









Haber desarrollado esta habilidad dotó a dichos pueblos de poder, respeto y como no, orgullo personal de sus propios logros. Les hacía más ricos al poderse beneficiar del comercio, les permitía intercambios culturales y les hacía dueños y señores de inhóspitos caminos en los que no podía adentrarse cualquiera... Sin duda alguna, para los miembros más jóvenes de la tribu, atravesar el desierto por primera vez suponía un verdadero rito de iniciación, un primer paso de acceso a la vida adulta en la que el nuevo miembro sentía que durante su inexperta juventud iba a seguir necesitando del apoyo de su grupo de caravaneros y de las enseñanzas de los miembros más experimentados de la expedición para, pasado un tiempo, poder tener la capacidad de poder liderar otras expediciones.


Una cosa tenían clara y siguen haciendo hoy en día: aventurarse por el gran desierto solos era una verdadera locura, por tanto siempre viajaban en grupo, con el inestimable apoyo de los dromedarios ( norte de África) o camellos (Oriente Medio). Y en dicho grupo era necesario un guía que conociera bien el camino: alguien de edad madura que ya había realizado más veces la expedición y conocía todos los secretos y peligros.


En el desierto, los caravaneros tenían que superar muchas pruebas: resistencia al frío, al calor, a las incomodidades, enfrentarse a tormentas de arena, conocer bien los rincones del mismo para saber aprovechar los oasis y reservas de agua subterránea, saber racionalizar muy bien el agua, la comida y los recursos, ser duros, austeros, resistentes física y psicológicamente y tener una voluntad de acero que se vería reforzada por el inestimable apoyo de los miembros de tu grupo en el que había que dejar de lado los intereses individuales para someterse a la voluntad del bien común.





Sin duda, estas condiciones han creado tribus de hombres fuertes, aguerridos, amantes de la libertad y la disciplina al mismo tiempo como los conocidos tuareg, los guerreros y amos del desierto.


El desierto también ofrece silencio, noches plagadas de estrellas, sensaciones de infinitud entre horizontes interminables y dunas caprichosas... En él se aprende a valorar el calor del fuego nocturno y a aprovechar la más mínima gota de agua...




Para no perderse, los antiguos caravaneros se guiaban por el sol, de forma que podían situar así los cuatro puntos cardinales. Pero muchas veces viajaban por la noche y eran las constelaciones y las estrellas las que les mostraban el camino a seguir. Un antiguo amuleto o símbolo bereber es testigo de esta utilidad: la denominada "cruz del sur", una especie de brújula-amuleto en el que se señalan los cuatro puntos cardinales y una dirección central y que se posicionaba y orientaba según las constelaciones, de forma que quedaba colocada de tal manera que marcaba el camino hacia el sur para atravesar el desierto. Volviendo a la trascendencia de los símbolos, este objeto pasó de ser algo ligado a la necesidad a convertirse en algo de gran valor místico. No solo de ella dependía el éxito de la expedición. También se le asociaban virtudes de protección. Las cruces eran transferidas de padres a hijos y al ser entregadas se recordaba este adagio: "hijo mío, te doy las cuatro esquinas de la tierra, porque nadie sabe dónde vas a vivir, ni donde vas a morir." Esto revela el carácter nómada de estos pueblos, pero también el verdadero desapego que practican hacia todas aquellas cosas que en nuestro mundo civilizado nos sirven para conseguir sensación de seguridad... pero tampoco nos ayudan a salir de nuestra zona de confort...





El legendario y mítico patriarca Abraham es un arquetipo de estos antiguos nómadas cruzadores de desiertos para poder abrirse a nuevas experiencias enriquecedoras. Abraham pudo existir o no, pero desde luego que existieron muchos como él, que seguían un modo de vida muy similar y para los que el sentido de la vida y sus propósitos se les ofrecía de la misma manera. Aquí vemos otro de los profundos significados con los que podemos leer la Biblia: Según la misma, Dios le dice a Abraham: "Lej, lejá" Esto es en hebreo: sal de tu tierra. Abraham obedeció el mandato de Dios y se fue desde Canaán hasta el antiguo Egipto donde mantuvo diferentes relaciones culturales y comerciales con el mayor imperio de la antigüedad... Nada más alejado de la realidad, cuantos beduinos al estilo de Abraham se moverían entre la antigua Canaán y el antiguo Egipto para sus relaciones comerciales... Pero en estas palabras, "lej, lejá" que tantos antiguos beduinos practicaban al igual que el mismo Abraham, hay otro sentido más profundo: salir de la tierra de uno y embarcarse en un viaje, es el símbolo de salir de tu zona de confort y "viajar por tu interior", practicar ese desapego propio de estos pueblos nómadas, "conociendo rincones de tu psiquis" que si no te enfrentas a pruebas o dificultades nunca descubrirías, pero que son necesarias para el autodescubrimiento y crecimiento personal. Si ese "viaje interior" se realiza con éxito, si uno no se pierde en la travesía por el peligroso desierto, se logran ciertos éxitos, materiales y esprituales como otrora lograra nuestro padre Abraham. "Lej, lejá" es el llamado interior que nos mueve a iniciar nuestro propio camino de autorrealización personal y espiritual.






La dureza y dificultad del desierto simboliza la iniciación. El desierto, en palabras de los tuareg es aquel lugar donde Dios ha eliminado lo superfluo. Uno aprende el verdadero valor de las cosas y se tienen virtudes, sí o sí para poder atravesarlo con éxito: fortaleza, austeridad, disciplina, concentración, templanza y continencia. Así vemos como en la Biblia, no solo Abraham recorre un pequeño desierto para llegar desde Canaán a Egipto, muchos otros líderes espirituales y profetas tienen que pasar por él en algún momento de sus procesos: Moisés es exiliado al desierto, más tarde vuelve al mismo y lo atraviesa con el pueblo de Israel, el mismo Jesús pasó 40 días con sus 40 noches en el desierto. El desierto es la iniciación y la purificación interior. En el vacío de todo, de la nada, uno aprende a ser como el mismo desierto, a vaciarse también de uno mismo, a ser como la Nada del Desierto, quitarse todas las cosas superfluas del ego para fortalecer únicamente las virtudes que te llevarán a culminar con éxito la travesía.





Y en ese vacío de vida y soledad aparecen raras y extrañas formaciones minerales como las "Rosas del Desierto" o curiosas cristalizaciones que algunos afortunados tienen la suerte de encontrar... Estos elementos cobran un valor simbólico trascendental representando lo más esencial del Alma, la Fuerza Espiritual y la Virtud en su sentido más puro, esos logros genuinos que se revelan a aquellos afortunados que triunfan en su viaje iniciático por el desierto de la vida... Cristalizar la Rosa del Desierto en nuestro interior simboliza el nacimiento crístico o lograr conectar con nuestra espiritualidad más genuina. Tan extraño y extraordinario es encontrar un hombre que lo logre en el plano espiritual como ser capaces de encontrar una físicamente hablando por los viajeros del desierto... Así pues, estos bellos y raros minerales, gozan de un gran valor simbólico entre estos pueblos nómadas.





Revisando la historia Bíblica de los Tres Reyes Magos, encuentro tantas cosas nada alejadas de la realidad que hace unos días me ha tocado vivir. Tres hombres de las razas que conforman estos pueblos nómadas, muchos son de raza negra o mezclados con ella debido a los intercambios de norte a sur por el desierto del Sáhara, siendo el más viejo y experimentado, el rey de barbas blancas, el que guía la expedición. A lomos de sus camellos transportan oro, incienso y mirra; tres materiales transportados por estas rutas caravaneras y que me han ofrecido en los mercados de Marrakech y guiados por una estrella en la noche, como ya hemos dicho, uno de los medios que tenían para no perderse en sus travesías por el desierto. Una estampa de lo más cotidiana entre estos pueblos antiguos diseminados a lo largo de los grandes desiertos del norte de África y Oriente Medio. Una estampa con la que me he encontrado en estos días de viaje por Marruecos. Pero también llena de simbolismo, así pues, pasamos de lo cotidiano, de lo habitual, para adentrarnos en un mensaje lleno de significados más profundos.



Los Tres Reyes Magos son también iniciados espirituales, de ahí su condición de "magos", ya que al mago también se le asocia con la persona que utiliza sus propias energías interiores para realizar la "magia" del cambio espiritual. Y "reyes" porque aprenden ser dueños de su mundo interior. Se aventuran en el recorrido a través del desierto, es decir, se lanzan a su propia iniciación, al igual que el patriarca Abraham o el profeta Moisés. Para no perderse en el desierto, o lo que es lo mismo, superar las pruebas iniciáticas, son guiados por una estrella que también representa, al igual que la Rosa del Desierto, esas Virtudes del Alma que son necesarias trabajar para orientarnos bien en el sentido y propósito de nuestra vidas y no sucumbir a las pruebas iniciáticas del desierto... El objetivo del viaje es encontrar al Recién Nacido Mesías, esto es a nuestro propio Mesías o Cristo Interior al que se le ofrecen los dotes materiales de la caravana, aludiendo a que todos los propósitos que rodean nuestra vida, también los materiales, deben de estar al servicio de este Nacimiento Interno. El Mesías está representado por un Bebé, tal y como nos cuenta la historia Bíblica porque llegar a él es una forma de nacimiento espiritual, una renovación. De ahí, el uso del símbolo del Niño Recién Nacido, no es casual, como ninguno de los símbolos que encontramos en la Biblia. Por eso tampoco fue casual que Jesús le dijera a Nicodemo: "tienes que volver a nacer" o " si no os volvierais como niños no entraréis en el Reino de los Cielos"...


La cuestión de como tiene que hacer uno para "volver a nacer", pues también es susceptible de muchas interpretaciones. Tomemos simplemente una de ellas y es la sexual. Para que algo nazca debe de haber sexualidad por medio, por tanto, un adecuado trabajo con esta energía puede ayudar a la cristalización de este Mesías Interior representado en el Niño Recién Nacido. La energía sexual es como el agua en el desierto. De ella depende la vida y la supervivencia. Si para estos antiguos pueblos nómadas el agua es sagrada y no se debe despilfarrar ni una gota si queremos asegurarnos el éxito en la travesía del desierto, algo así debemos hacer hacer con nuestra propia "agua de vida o energía sexual". Esta cuestión de "saber aprovechar el agua o saber aprovechar la energías sexual" a lo largo de la travesía iniciática por el desierto tiene mucho que ver con lograr la meta del "Nacimiento Interior" y poder adorar al Mesías como los Reyes Magos de Oriente consiguieron.


Tras la historia de los Reyes Magos se esconden aun simbolismos más profundos, como por ejemplo en los colores de su piel y barbas: blanco, amarillo o castaño claro y negro que corresponden con los colores de los mercurios filosofales de la alquimia y que un cabalistas medieval, Moshé de León, denominó como "los cuatro fuegos" al referirse a estos mismos colores. Pero sobre este otro simbolismo alquímico más profundo ya no me extenderé más en este artículo. Invito al amable lector que tenga curiosidad por ahondar en este significado que estudie las enseñanzas de la gnosis, las cuales le develaran gran parte de estos signos.


Hoy víspera de Reyes Magos, me siento muy inspirada por haber compartido de cerca la experiencia en el desierto con estos valientes y aguerridos pueblos, herederos de una antigua tradición que esconde tantos significados para mí. Es una forma de acercarme al Símbolo con todo lo que me evoca y recuerda, con todo a lo que me invita para realizar mi propio trabajo interior... El Mesías Interior cristaliza su misión en una Cruz, la Cruz del Sacrificio y de la Vida, pues todo reto o propósito personal y espiritual al que uno se enfrente, todo proceso de Tikún Olam no está exento de pruebas, como el desierto nos enseña, y sacrificios, momentos en los que uno puede llegar a desalentarse, pero que son la puerta necesaria para la autorrealización completa y total simbolizada en la Resurrección. La Cruz del Sacrificio es un paso previo para el éxito total, es renuncia a todo para ganarlo todo, es la verdadera guía, como la Cruz del Sur de los bereberes para convertirnos en hombres realizados y sabios haciendo brillar en ella el semblante del Mesías Interior de la misma forma que las estrellas brillan armonizadas con la Cruz del Sur cuando esta se orienta perfectamente.

Que en esta fiesta de Reyes Magos todos recordemos el viaje iniciático al que estamos invitados a recorrer y podamos encontrar muchos regalos por los éxitos y logros obtenidos el trabajo con nuestras virtudes.







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